martes, 20 de marzo de 2012

0005: Xabi Castro, enterrador de Pamplona

Xabi Castro es uno de los enterradores del cementerio de Pamplona. Tengo que admitir que me interesé por su perfil a raíz de mi humorista de cabecera, Joan Capri. En su monólogo L'enterramorts se pone en la piel de uno de ellos. Tenía muchísima curiosidad, puesto que es un tema que apenas tiene cabida en los medios y en la prensa. Así que conseguí contactar con Xabi, un tipo alegre, sonriente y divertido, pese a lo que se podría suponer. Fuimos a un bar y mantuvimos esta interesante conversación. Puedo decir que el sentir de Xabi es el de un hombre que habla con naturalidad, tanto de la vida como de la muerte, y que ha merecido muchísimo la pena conocer.



¿Cómo empezaste tú en el oficio? 
Yo empecé con una oposición del Ayuntamiento de Pamplona. Trabajaba en un colegio de portero y me aburría como una ostra. Salió esta oportunidad de hacer un trabajo más activo y además en un sector poco demandado, porque había bastantes opciones de sacar plaza y de hecho la saqué.

¿Hay poca demanda?
Bueno, más que poca... Ni hay mucha gente que se dedique a esto (porque tampoco son tantos los cementerios que tienen personal propio; muchas veces los gestionan los propios tanatorios) ni tampoco hay muchos aspirantes a los puestos. Porque somos funcionarios, y si me acuerdo bien para once plazas nos presentamos unas trescientas personas.

A veces se dice que el sector funerario es el único que no siente la crisis.
Yo creo que realmente no afecta. O sea, las personas nos tenemos que morir, y tengas dinero o estés en la miseria el día que te tienes que morir te mueres, inaplazablemente. Pero sí que leí un artículo curioso que hablaba de que con la crisis había aumentado el índice de mortalidad. Que en el año pasado, con respecto al anterior, había habido 9.000 muertes más. Pero bueno, esto ya son cosas de estadística, que pueden ser casuales.

¿La gente suele hacer esfuerzos económicos a la hora de enterrar?
Hombre, yo creo que sí que se suele invertir en los muertos, hay mucha constumbre... Ya va perdiéndose, pero sí que la gente tiende a gastar dinero en esto.

¿Se va perdiendo la costumbre?
Sí, cada vez se lleva más la caja sencilla, la más baratica, y a correr. Pero bueno, también te puedo decir que yo he empujado en el carro cajas de 7.000 euros. Aunque también... Por muy pudiente que seas, gastarte este dinero para meterlos en un agujero a pudrirse pues bueno... Ya te digo, que a veces la gente que habla conmigo puede pensar que es de cínico, pero es lo que hay. Tú coges un ataúd, metes un difunto dentro –que sí, será tu padre, tu hermano o quien sea-, que a ti te afecta y tal, pero eso físicamente se descompone, los flujos que salen de ahí deshacen la madera y todo. Así que lo que gastas en la caja es para pudrirse. Calcula tú 7.000 euros para una caja de madera...

Joan Capri planteaba “¿puede ser feliz un enterrador?” y decía que sí, porque ven las cosas más en su justa medida.
Hombre, pues no sé... Lo de ver las cosas en su justa medida no creo que sea tanto del oficio. Lo que sí que es cierto es que los enterradores tenemos un humor muy negro. Desarrollas un humor muy negro porque claro, trabajas como quien dice “codo a codo” con la muerte... Si la gente oyese a veces las bromas que nos hacemos entre nosotros... Igual nos denunciarían.

Ahá.
Y sí que es cierto que ahí te das cuenta de que nadie es más que nadie. Si lo quieres pensar desde el punto de vista más profundo, te das cuenta de que por aquí pasa todo hijo de vecino, desde cualquiera que se muere repentinamente hasta uno que le tienen en la Clínica Universitaria llevándole ahí todo lo que necesite. Aquí bajamos todos...

Capri también decía que la gente sólo va al cementerio cuando se muere, pero que cuando realmente hay que ir es cuando se está vivo. ¿Tú recomendarías un paseíllo por ahí de vez en cuando?
Pues yo creo que sí. Por varias cosas. Por un lado eso, porque ves que todos vamos a acabar igual y de aquí no nos llevamos nada más que el que te vengan a ver cuando estés ahí. Y por otro lado porque el cementerio de Pamplona en sí es una preciosidad, esto ya es orgullo profesional... Pero ya te digo, lo único que te vas a llevar es si tus hijos vendrán a verte o no vendrán. Y hay casos que me ha pasado alguna vez, de enterrar a alguien y que no venga nadie... Eso impresiona.

Cuando se trata de indigentes o así, ¿cómo se hace?
Pues si no estoy mal informado creo que pagan los gastos el ayuntamiento donde se entierra y el Gobierno de Navarra. Entonces se encarga un ataúd de los más baratos –a veces de “deshechos”, porque con los traslados se les hacen golpes o rayaduras y no se pueden vender y se dan para beneficencia- y se meten en tierra, siempre. Lo más barato.

¿Crees que a nivel social la muerte es un tema tabú? Porque menos en las noticias... No se habla de la muerte nunca.
Pues yo creo que sí, que la gente siempre anda como que la muerte es algo que no queremos ver y entonces viene el trago y se pasa lo más rápido posible. Luego también es verdad que baja mucha menos gente al cementerio. En ese sentido, yo creo que esta sociedad va más a centrarse en los vivos, en el día a día, y una vez que te mueres pues ya has dejado de existir y ya casi es que no... Nadie te va a ver, vaya. La gente que va al cementerio cada vez es menos, y siempre mayor. Gente joven, de mi edad y menores, muy poquitos. Y la muerte pues eso, es un tema que no queremos tenerlo cerca y lo dejamos de lado.

¿Se disfruta más el día a día viviendo con esa idea de que esto va a terminar?
Sí, yo creo que sí... También disfrutas por saber que mañana no vas a ir en aquel carro, que tienes una vida por delante y eso seguramente te pilla lejos. Pero ya te digo, te haces a la idea, viene la familia, lo entierras y a por otro. Que aquí es cuando puede parecer cínico, pero es así, es para lo que me pagan a mí.

¿Recuerdas algún caso que te conmoviera especialmente? No sé, algún niño quizás...
Sí, esto es lo que más te puede afectar, cuando te llegan los ataúdes blancos, pequeños... Recuerdo un caso de hace poco... No sé si has oído de una madre en Mutilva que estaba separándose del marido. Para que los hijos no sufrieran, los envenenó. Tenía cuatro hijos.

¿Cómo reacciona la gente cuando les dices que eres enterrador?
Suele tener bastante morbo, siempre es algo morboso el tema de que trabajas con los muertos y tal. Igual te hacen la pregunta típica, de que si alguna vez te has encontrado las cajas arañadas por dentro... Todas esas leyendas negras que circulan por los cementerios. Luego hay otra leyenda, que no sé si será verdad; antes, cuando se jubilaban los concejales, el ayuntamiento les regalaba una medalla de oro conmemorativa que decían que se hacían con los dientes de oro del cementerio.

¿Y aquí en Pamplona hay algún epitafio así curioso?
Hay uno muy macarra. Si te vas un día por la puerta de arriba, entrando a la izquierda, creo que es el grupo 52, hay uno que dice: “Después de haberme ido y preparado un lugar para vosotros, volveré para llevaros conmigo”... ¡Menos mal que no es familia mía!

(Me río)
Luego había uno que ya retiraron. No me acuerdo del nombre, pero se apellidaba “Alejos Alejos”. Hacíamos la broma de “¡éste será por lo menos de Australia!”. Ya te digo, tenemos un humor bastante negro. Y luego te voy a mandar una foto curiosa. Fue el Día de Todos los Santos, ahora que está tan de moda Halloween, en un panteón había dos calabazas con velas y todo, de alguien de la familia que se lo puso. Está impresionante...


Perfecto. Pues muchas gracias por todo, Xabi.


3 comentarios:

  1. muy muy interesante y creo que de verdad, como dice Xabi, no estaria de mas darnos alguna vueltecita por el cementerio, de vez en cuando..
    Tambien es muy bonito, poder asistir a un ser querido en el momento de su muerte, en casa, rodeado de sus seres queridos, como nosotros pudimos hacer con nuestra madre, suegra, abuelita.Descanse en paz

    ResponderEliminar
  2. Hola, Josemaría! excelentes entrevistas!! llegué de casualidad buscando a alguien que entrevistara a algún sepulturero de Pamplona...¿podría ser que tengas aún su contacto?

    ResponderEliminar